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El evangelio

 

El evangelio

por R. L. Morrison

Justo antes de su ascensión, Jesús mandó que los apóstoles "fueran por todo el mundo y predicaran el evangelio" (Mar 16:15). Toda criatura en el mundo, pues, necesita del evangelio. Hay varias razones por las cuales la humanidad necesita oír el evangelio. Una de ellas se encuentra en Rom 1:16-17: "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá." Si esto se entiende, no debe ser difícil reconocer que el poder salvador de Dios se ha puesto en el evangelio.

Una razón por la cual todo el mundo debe oír el evangelio es que todos hemos pecado: "por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios" (Rom 3:23). Fácilmente se entiende que cada persona responsable es culpable del pecado. Ya que el pecado es una acción que escogemos y una infracción de la ley de Dios, solamente los que actúan deliberadamente de su propia volición son culpables del pecado.

También es claro que el evangelio nos salva de las consecuencias del pecado pasado. "Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia" (Rom 6:17-18). La gente a que Pablo escribió, antes fueron pecadores, pero el evangelio, que revela la justicia de Dios, les fue predicado. Al oírlo, su fe los condujo a la obediencia: fueron bautizados en Jesucristo (Rom 6:3), y librados de la culpa de sus pecados pasados.

Ya que todos hemos pecado, la necesidad del perdón y de la justicia es universal. El evangelio es el plan de Dios para justificar a todos. Sin embargo, hay muchos que lo niegan, y otros muchos que lo ignoran. Hay quienes ponen al lado la ley de Dios para establecer su propia justicia aparte de la de Dios. Quienquiera que haga esto, rechaza a Dios y su plan para el hombre. Pablo dijo que los judíos de su día fueron culpables de eso (Rom 10:1-3).

¿Qué es el evangelio? La palabra "evangelio" quiere decir "buenas nuevas" o "noticias felices". Jesús mandó que los apóstoles predicaran esas "buenas nuevas", las cuales tienen que ver con la relación entre el hombre y su Dios. Como el hombre no pudo salvarse del pecado, las "buenas nuevas" son un mensaje de Dios de CÓMO ser salvo y recibir el perdón. En otras palabras, los apóstoles les dijeron a los pecadores precisamente qué hacer para ser reconciliados con Dios. Pablo explicó esto a la iglesia en Corinto: "Además os declaro, hermanos, el evangelio que os he predicado, el cual también recibisteis, en el cual también perseveráis; por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano. Porque primeramente os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras" (1 Cor 15:1-4). Pablo los recordó de lo que les había predicado, de que lo habían recibido, de que perseveraban en ello, y de que los salvó. A la misma gente, Pablo escribió que "Dios...nos reconcilió consigo mismo por Cristo" (2 Cor 5:18). Dijo también que Dios les dio a los apóstoles el ministerio de la reconciliación (la predicación de las "buenas nuevas"). Estas "buenas nuevas" fueron prometidas de Dios, predichas por los profetas, y predicadas por los apóstoles--plenamente manifestándolas al hombre.

Este evangelio es el plan de Dios. No es el producto de la ciencia humana. Oiga a Pablo otra vez: "Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo" (Gal 1:11-12). Porque pecó contra Dios, el hombre no es digno ni capaz de determinar el medio de la reconciliación. Tampoco tiene la autoridad para cambiar los términos que Dios decretó. Como la muerte y la resurrección de Cristo son la base del evangelio, y como Cristo murió una sola vez (Heb 10:10), solamente puede haber un evangelio (mensaje de salvación). Este mensaje es para toda la humanidad. A todo pecador revela el mismo mensaje y requiere la misma obediencia. Pablo escribió: "Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema" (Gal 1:8-9).

Pero para que el evangelio salve, hay que obedecerlo (Rom 6:17). Quizás surge la pregunta de cómo uno puede obedecerlo. El evangelio consiste en hechos para creer, mandamientos para obedecer, y promesas para recibir. Una vez que alguien haya creído los hechos y haya obedecido los mandamientos, recibe la promesa: el perdón de los pecados. Esto es lo que Pablo escribió en Rom 6:17-18. Esa gente oyó y creyó el evangelio, obedeció sus mandamientos, y sus pecados fueron perdonados.

Pero ¿cuáles son los mandamientos que debemos obedecer? Jesús dijo, "El que creyere y fuere bautizado será salvo" (Mar 16:16). Cuando los apóstoles predicaron la muerte y la resurrección de Cristo en el día de Pentecostés (Hch 2), muchos que oían creyeron que Jesús es el Cristo. Pedro, entonces, les dijo que eran culpables de su muerte. Gritaron, "Varones hermanos, ¿qué haremos?", así confesando su fe en lo que oyeron: que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Pedro les contestó: "Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare" (Hch 2:38-39). Allí en Jerusalén, al mero principio de la evangelización, observamos todos los actos de la obediencia. Los apóstoles comenzaron a predicar. Los pecadores oyeron el evangelio, lo creyeron, confesaron su fe, y luego, se arrepintieron y se bautizaron para el perdón de los pecados. En el versículo 41, Lucas nos dice: "Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas" (Hch 2:41).

Entre el mundo sectario de hoy día, hay mucho desacuerdo acerca del evangelio y su poder. Por ejemplo, algunos enseñan que el Espíritu Santo tiene que conmover al pecador en una manera milagrosa (aparte del evangelio) para salvarlo. Otros no enseñan todo lo que los apóstoles enseñaron del evangelio. Sin embargo, cuando Pablo le escribió a la iglesia en Tesalónica de su salvación, dijo, "a lo cual os llamó mediante nuestro evangelio, para alcanzar la gloria de nuestro Señor Jesucristo" (2 Tes 2:14). Nadie debe negar el papel del Espíritu Santo en su conversión, no por acción directa, sino por la predicación de la palabra que él reveló por medio de los apóstoles. "Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual" (1 Cor 2:12-13). El Espíritu Santo reveló la voluntad de Dios, la cual debemos oír (el evangelio).

Jesús, instruyendo a los apóstoles tocante al evangelio, dijo, "enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado" (Mat 28:20). El evangelio, pues, consiste en todo lo que Jesús mandó y todo lo que el Espíritu Santo reveló. Ningún hombre tiene el poder ni el derecho de añadir ni de quitar de ello. Recuerde que ni siquiera un ángel del cielo puede predicar otro evangelio (Gal 1:8-9). Debemos estudiar cuidadosamente el evangelio y aplicarlo bien, para no traer la ira de Dios sobre nosotros.

Actualmente, el evangelio de Cristo es igual que fue en aquel entonces: el plan de Dios para reconciliar los pecadores a Él. Al pecador hará lo mismo hoy que hizo para los creyentes de casi dos mil años atrás. Los pecadores que obedecieron fueron salvos, reconciliados a Dios, y añadidos por el Señor a la iglesia (Hch 2:47). No ha perdido su potencia. Si Ud. es pecador, puede hacer lo mismo que hicieron los oyentes de la primera predicación del evangelio, y recibirá el mismo resultado.

¿Es Ud. salvo por obediencia al evangelio de Cristo?